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Ha escrito y pintado 12.000 páginas con las aventuras de Mortadelo y Filemón y todavía la pareja más disparatada del tebeo español da para muchas más andanzas y desatinos. A Francisco Ibáñez le gustaría jubilarse, pero los dos detectives de la TIA no paran de llamar a su puerta. Creados en 1958, ambos personajes vuelven a su territorio natural, el de la historieta, y lo hacen con Luis Bárcenas, el extesorero del PP, como uno de los protagonistas. Después de vender 29 millones de ejemplares con las vicisitudes más descacharrantes de este par de agentes, Ibáñez acaba de publicar 'El tesorero', y ya prepara un nuevo álbum sobre la bajada salarial que puede tener por título 'Sueldecitos más bien bajitos'. "No pretendo hacer crítica social ni política", dice el creador de Pepe Gotera, el botones Sacarino y Rompetechos, entre otras criaturas salidas de su prolífica imaginación.

Los hilarantes detectives son los encargados de buscar por órdenes del Súper los dineros que han desaparecido de las arcas del Partido Papilar. Francisco Ibáñez (Barcelona, 1936) sigue devanándose de los sesos para alumbrar historias que gustan por igual a miembros de generaciones diferentes. En este caso ha recurrido como personaje a Bárcenas, aunque el extesorero no tiene un papel protagonista en este álbum, que hace el número 200 de la serie de Mortadelo y Filemón. Como zorro viejo que es, Ibáñez sabe que la actualidad tiene una vida efímera y pone fecha de caducidad a todo. Muchas veces su inspiración se nutre de las noticias de la prensa, un semillero inabarcable de disparates por los que no tiene que pagar derechos de autor. "Últimamente los políticos me hacen la competencia desleal", dice Ibáñez.

Pese a que muchos se empeñen en ver en sus lápices el estilete afilado de la sátira, él asegura que su objetivo es solo el de "hacer reír". Luego cada uno hace la lectura que quiere. "No quiero estar en ninguna academia ni en la RAE, en el que más risueño de sus miembros parece la momia de Lenin". El autor encuentra el mayor de los reconocimientos en las filas de admiradores de todas las edades que esperan cola para que el dibujante les firme sus tebeos. Y eso que a veces es una tarea agotadora.

El año pasado Ibáñez ya parodió la situación política con 'Tijeretazo', su particular y desternillante visión de los recortes, en la que los dos calvos más insignes de la historieta sumaban fuerzas para refrenar las alteraciones del orden públicos que pudieran protagonizar los alborotadores.

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