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El Gran Premio del Festival de Angulema, una de las principales recompensas existentes en el mundo del cómic, recayó ayer en el dibujante belga Hermann. Veterana figura de trayectoria prolífica y partidario de un trazo realista, el autor ha firmado un centenar de volúmenes inscritos en géneros como el western, las aventuras, la saga medieval y la ciencia ficción, casi siempre marcadas por un estilo "físico, intenso y violento", como expresó el festival en un comunicado.

Nacido en 1938 en Bévércé, cerca de Lieja, Hermann es responsable de series de álbumes como Comanche, Jeremiah o Bernard Prince. Formado como ebanista y autodidacta en el dibujo, el autor configuró su peculiar imaginario durante un viaje a Canadá a los 17 años. Al regresar a Bélgica, tres años más tarde, empezó a trabajar para Plein-feu, una revista de boy scouts que dirigía su cuñado, Philippe Vandooren, futuro director de la reputada editorial Dupuis, donde se publicaron Lucky Luke, Gaston Lagaffe o Los Pitufos. Hermann debutó como guionista en 1977 con Jeremiah, western ambientado en un mundo postapocalíptico y ultraviolento. Su obra está repleta de personajes que se toman la justicia por su mano. Algunos incluso han detectado en sus páginas posturas derechistas, pese a que Hermann se defina como "un hombre de centro".

Con la atribución del premio concluye la violenta polémica que se originó hace tres semanas, cuando el festival difundió una primera lista de finalistas para el premio en la que no aparecía ninguna mujer. Tras la llamada al boicot de una asociación de mujeres dibujantes y la retirada voluntaria de nombres como Riad Sattouf, Joann Sfar, Milo Manara, Chris Ware, Daniel Clowes o Charles Burns, el certamen apostó finalmente porque el voto fuera libre, sin una lista predeterminada de aspirantes. En la primera vuelta de esa votación, tres finalistas llegaron en cabeza: Hermann, Alan Moore y una mujer, Claire Wendling, que superó a nombres más previsibles, como los de Claire Bretécher o Chantal Montellier. En un nuevo giro inesperado, Wendling terminó pidiendo a sus compañeros que no apostaran por ella. "¿Queréis contentarme? No votéis por mí", dijo crípticamente en las redes sociales.

También Hermann afirmó, en un primer momento, no desear que le concedieran el premio. "Sería muy embarazoso recibir el premio, porque lo rechazaría (…). La gloria es algo que no me interesa", expresó en una entrevista a principios de enero. Anoche, sin embargo, había cambiado de opinión. "Es una magnífica sorpresa. Para mí, lo más importante sigue siendo el reconocimiento de mi trabajo por la profesión", declaró a Le Figaro. Pero Hermann también tuvo unas palabras para sus discriminadas compañeras de oficio. "Todo lo que deseo es que las mujeres estén más presentes. Hay lugar para ellas. El mundo del cómic está lleno de dibujantes talentosas", concluyó.

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