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En una viñeta se ve, sentado en un sillón, a un tipo con bigotillo y mirada perdida. A su lado, otro le señala: “Es tonto por parte de madre e imbécil por parte de antepasados paternos”. Casi 14 años después de su fallecimiento, acaecido en Madrid, el 10 de abril de 2003, la obra de un tipo tan divertido como Chumy Chúmez, viñetista de humor negro y gamberro, llega a un espacio tan solemne como la Biblioteca Nacional (BNE). “Tenía una visión certera de lo que pasaba a su alrededor y lo transformaba en intemporal”, asegura por teléfono el periodista Miguel Ángel Gozalo, uno de sus íntimos amigos. Marcel Wong-González, hijo del que también fue dibujante y escritor, ha donado a los fondos de esta institución 5.453 piezas del archivo paterno, de las que 4.773 son dibujos, láminas y viñetas en color, más 680 artículos, carteles, monografías, guiones de cine, documentos personales, cuadernos o una multa de la censura franquista por uno de sus dibujos. De todo ello, lo que más ilusión le hace ver en la BNE a Wong-González son “los manuscritos originales de sus autobiografías y novelas, porque me acuerdo cuando trabajaba en ello”, cuenta por teléfono desde Estados Unidos.

Nacido José María González Castrillo, en San Sebastián, el 8 de mayo de 1927, de niño le llamaban Chumy sus amigos, y él contaba que le añadió el Chúmez para darse un aspecto de hombre más serio. Estudió dibujo y pintura y llegó a cursar estudios de profesor mercantil. Cuando se trasladó a Madrid para iniciarse en la pintura, la abandonó para dedicarse al humor con sus viñetas de trazo sencillo "y textos muy cuidados y concisos", añade Gozalo. Este humorista histórico de la prensa española, "hombre conservador e hipocondriaco", comenzó publicando en varios periódicos pero destacó en la revista satírica La Codorniz, la política Triunfo y el diario Madrid con sus personajes arquetipos: el ricachón de chistera y puro subido a lomos de un pobre, el campesino bajo un duro sol afanado en arar la tierra y los esqueletos. Su hijo rememora cómo era el proceso de creación: “Me echaba de su estudio y me decía, 'venga, fuera que tengo que inventar chistes'. A veces él me preguntaba qué me parecía su dibujo y yo, claro, siempre decía que perfecto".
Lector voraz del psicoanálisis y aficionado al flamenco, Chumy Chúmez se lanzó a su propia aventura en 1972, cuando fue uno de los fundadores de Hermano Lobo, publicación de humor, heredera de la francesa Charlie Hebdo, que aguantó hasta 1976, y en la que colaboraron los principales humoristas gráficos (Forges, El Roto, Summers, Perich…) y escritores españoles (Manuel Vicent, Manuel Vázquez Montalbán, Paco Umbral…) del tardofranquismo.

Wong-González siempre ha pensado que la obra de su padre “no era de una persona o de su hijo”. "Creo que, como ha sido parte de la historia de España a través de varias décadas, lo mejor era que se quedara en la Biblioteca Nacional para todos los que quieran estudiar su trabajo". Los dibujos del singular Chumy Chúmez son un testimonio de la historia reciente de España, de los profundos cambios en la política y la sociedad del país, siempre con una visión crítica.

Sin embargo, tuvo más inquietudes: guionista de radio y televisión, cineasta, ensayista, tertuliano, conferenciante… De sus libros destacan Todos somos del libro de cabecera, Y así para siempre y Yo fui feliz en la guerra (1986), en la que contó sus experiencias como niño del conflicto español, Por fin un hombre honrado (1994), Pase usted sin llamar (1995) e Vida de maketo, que, según Gozalo, reflejaba cómo se sentía a veces en su tierra. Un ejemplo, el día en que un paisano vasco le paró y le preguntó: —¿Pero usted cómo se apellida de verdad?

—González.

—No me jodas.

Chumy Chúmez se estrenó como director de cine en 1977, con la comedia Dios bendiga cada rincón de esta casa, a la que siguió, un año después ¿Pero no vas a cambiar nunca, Margarita? Fue el guionista de las películas Yo la vi primero (1974), de Fernando Fernán Gómez, y Mi mujer es muy decente dentro de lo que cabe (1975), y autor de varios cortos documentales: Andalucía abajo, Los castillos de Castilla y La Costa del Sol. Su obra pictórica se expuso en varias ocasiones, entre ellas, en el Centro Cultural Conde Duque, en Madrid, que le dedicó una muestra, en 1999, con un centenar de piezas que incluían óleos de los años 50.

Entre los reconocimientos que obtuvo, destacan, en 1991, el premio de Periodismo Francisco Cerecedo y el Iberoamericano de Humor Gráfico Quevedos, en 2002. A los que se suma ahora el de la Biblioteca Nacional a un hombre siempre preocupado por sacarle punta al más allá, como muestra una viñeta en la que se ve a la muerte, con la guadaña, ante la cama de un moribundo que le espeta: “Bien. Pero por una sola vez y sin que sirva de precedente”.

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