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Supuestamente, Tintín era un reportero que escribía crónicas de sus viajes. Louis Lane y Clark Kent (Superman) firmaban textos conjuntos en el Daily Planet. Peter Parker (Spiderman) entregaba fotografías al Daily Bluge del siempre exigente J. Jonah Jameson. Pero a ninguno se le ocurrió presentar sus historias periodísticas en formato cómic. Quizás fuera porque eran personajes de ficción. O quizás ninguno de sus autores, editores o lectores se había percatado de sus posibilidades.

La realidad es que hasta hace una década a ningún autor se le ocurrió la mezcla de secuencia de imágenes en papel con la representación de asuntos noticiosos. Tampoco es que ha explotado actualmente, pero existen un par de ejemplos singulares que parecen haber conseguido abrir las puertas de las viñetas al periodismo. Uno de los últimos destacados ha sido 'La grieta' (Astiberri), una crónica sobre las fronteras europeas relatada por las palabras de Guillermo Abril y las instantáneas de Carlos Spottorno.

«El periodismo en cómic existe, está inventado. Hay gente que hace cómics y hay gente que hace periodismo, pero no es frecuente que ocurran las dos cosas a las vez, eso es cierto», señala el camarógrafo, ganador del Kassel Best Photobook Award 2013, antes de ofrecer su reflexión: «Una cosa que he meditado al respecto es que este tipo de trabajo no existe todavía, no hay referentes porque hace muy poquito tiempo que esto es posible. Esto solo es posible desde que la fotografía digital es completamente normal y eso son 15 años; no es tanto. Antes no se disparaba todo el rato. Ibas con carrete y tu capacidad era muy limitada no sólo en lo económico porque no puedes llevar dos mochilas solo para llevar carretes. Hoy pasa lo que veo en mis discos duros: tengo millones de fotos. Estamos haciendo algo que es contemporáneo, que es posible porque la tecnología lo ha hecho posible». «Hay cómics que son historias reales, historias periodísticas con personajes, pero para mí la cosa de contar es más periodística. Como la cita de (Ryszard) Kapuscinski: ir sobre el terreno contando cosas y apartarte del terreno para aportar un contexto», secunda el redactor.

Algo de superhéroes tuvieron los autores de 'La Grieta' porque necesitaron dos años para construir un cómic de 168 páginas a partir de la selección de entre 28.000 fotografías digitales disparadas desde Melilla hasta el Ártico. El trabajo previo había consistido en una serie de trabajos para El País Semanal (EPS), el medio en el que trabajan habitualmente. Ni siquiera comenzó como un proyecto pensado para un gran reportaje gráfico. «Teníamos un material abrumador visualmente. Carlos (Spottorno), que suele trabajar en el mundo del fotolibro, llevaba tiempo dándole vueltas a cómo llegar a más gente. Recuerdo que volvíamos de un viaje y me dijo: 

'Estoy dándole vueltas a algo'; luego me enseñó un doble página que funcionaba con un vuelo de la Guardia Civil sobrevolando el Mediterráneo. Lo puso en una secuencia lógica de imágenes y así empezó. La idea la pare Carlos y lo complicado fue que funcionara la historia, que tuviera una narrativa. Eso fue las palabras mayores», reconoce por teléfono. «'Oye, en viñetas funciona', nos dijimos. Lo vimos enseguida: que fuera más allá de lo terrenal que estamos visitando, que fuera una reflexión más global para los viajes», recuerda Abril.

Un año antes, otra pareja de españoles había brillado con una obra de reporterismo gráfico: 'Los vagabundos de la chatarra' (Norma Editorial). Jorge Carrión y el dibujante Sagar Forniés recorrieron Barcelona para destripar el negocio chatarrero de la capital catalana. «Intuí que el mejor modo era traer a España la tradición de Joe Sacco y los grandes cronistas en viñetas», señala el primero, guionista de una historia basada en la investigación y la documentación con dos hombres en bicicleta y unos cuadernos. «También sigo los trabajos que se publican en la revista francesa XXI o italiana Internazionale; fue muy importante la estructura de la serie 'The Wire' para abordar la representación de una Barcelona compleja; y en el ámbito del documental, nos influyó la Agnes Varda de 'Los espigadores y la espigadora'», añade.


En la explicación de 'Los vagabundos de la chatarra' aparece ya Sacco, el gran nombre que se repite cuando se buscan ancestros en el híbrido de periodismo y cómic. Nacido en Malta y criado en Estados Unidos, comenzó con 'Palestina' en 1996 un formato que iría puliendo con el tiempo. En su primer éxito reflejaba a modo de diario su vida como reportero en la primera Intifada con su peculiar estilo y un enfoque muy acusado desde la primera persona. A lo largo de sus siguientes obras esculpió historias con visión periodística para presentar investigaciones sobre la antigua Yugoslavia y su vuelta a Gaza hasta confirmar sus intenciones con 'Reportajes' en 2012. Para entonces ya se consideraba el principal autor del formato en periodismo cómic, aunque otras obras habían puesto los primeros pasos. El periodista Javier Melero, en su magnífico y detallado 'El cómic como medio periodístico' detalla iniciativas desde los ilustradores de las guerras del siglo XIX hasta los recientes intentos de Le Temps, The New Yorker o los dominicales de The New York Times y The Guardian con especial mención a las recientes 'Postales de Roma' de Internazionale.

No obstante, en cualquier serie histórica que podría encontrar influencias hasta en las cuevas de Altamira sobresale 'Maus', la obra que abrió los ojos al periodismo. Recopilado finalmente en un volumen, Art Spiegelman representó la espeluznante cotidianidad del campo de Auschwitz-Bierkenau con la base de la experiencia extraída a base de entrevistas a su padre. La plasmación en un tebeo con animales antropomórficos le valió el único reconocimiento de un Pulitzer para un cómic (1992). «¡Qué historión de persecuciones nazis! No sé si lo leí con 25 años y te das cuenta de que es otro universo y que es increíble y que hay un potencial. Es otra narrativa, maneja otros cánones y te llegan las historias de otra forma», señala Abril.

¿Qué tiene de atractivo el cómic para el periodismo? «La principal ventaja es que el dibujo es amable, como la conversación (la cámara de fotos, en cambio, es invasiva). Yo conversaba y Sagar dibujaba. Otra ventaja es que puedes incluir todo tipo de recursos gráficos en tu discurso, por ejemplo el mapa o la fotografía. No le veo inconvenientes», explica Carrión por medio de un correo electrónico. «Nosotros no pudimos hacer fotos, no nos dejaban. Entonces nos acercamos con el dibujo. Este crea un doble vínculo. Uno, hacia la persona que dibujas porque no contiene la agresividad que tiene una cámara. Y dos, filtra un sentimiento o un estado de ánimo hacia el lector. Intenta empatizar desde la forma que ves las cosas», completa el dibujante de 'Los vagabundos de la chatarra'.

Periodismo a viñetas

Para contar algo tan complejo, con tantos países y tantas cosas que ocurren era imposible contarlo de una manera breve en formato visual"

«Hay varios motivos (para elegir el cómic)», comienza Spottorno. «Para contar algo tan complejo, con tantos países y tantas cosas que ocurren era imposible contarlo de una manera breve en formato visual. Con el típico libro de fotos y un texto breve no se entendía la cosa. Muchas veces uno hace un libro de fotografías y explica un poco. Imagina que el lector ya se informará si quiere. En este caso no tiene que necesitar más investigación que leer el libro. En la misma línea de pensamiento tenía que ser accesible a cualquiera, a todo el mundo. Resulta que por el camino hemos descubierto cosas, pero la motivación inicial era que llegase a la mayor personas posible», explica el licenciado en Bellas Artes que ha visto como algunos de sus trabajos fotográficos han sido premiados en diversas ocasiones.

Animales u hombres, dibujo claro o borroso, ilustraciones o fotografías, los artistas se sacuden las críticas sobre el distanciamiento por el formato. «En un mundo donde el Photoshop ha revelado a la fotografía como una mentirosa, ahora se puede permitir a los artistas volver a su función original como reporteros», defendió Spiegelman en The Guardian. Ya no son únicamente las tiras cómicas como aquel 'Yellow Kid' que bautizó a toda la prensa amarilla de William Randolph Hearst. El autor no de distancia desde su escritorio y hace viajar al periodista aventurero con su imaginación, sino que él mismo se convierte en el reportero investigador que será respetado.
Una oportunidad


La experiencia de los autores españoles, con sus peculiaridades e innovaciones, se emparenta con un fenómeno relativamente frecuente. En 2012 En Perú, la revista Cometa, dirigida entonces por el periodista Marco Avilés y por el fotógrafo Daniel Silva, ofreció a sus lectores un número 3 icónico con un subtítulo revelador: «El primer periódico hecho en cómics de la galaxia». Con diversas temáticas y estilos y un elenco espectacular de colaboraciones de Sacco, Robin Walter, Fernando Bellver, Jesús Cossí o la dibujante española Natacha Bustos irrumpió en Latinoamérica hasta el punto de que se agotó la tirada. En Francia, la revistaLa Revue Dessinée comenzó con una colecta a través de internet en 2013 y hoy se mantiene como un proyecto trimestral de unas 200 páginas de reportajes a base de viñetas que se vende a 15 euros y que piensa en la expansión fuera de sus fronteras.

'Los vagabundos de la chatarra' apunta a una tercera edición y 'La grieta' agotó la primera en tres semanas. «No sé si en España existe un público siquiera preparado para el cómic en general. Pero está siendo un camino muy interesante donde la gente lectora no habitual de cómic se acerca por curiosidad hacia el tema, y la lectora de cómic, imagino, por ver cómo hemos enfocado un tema periodístico con el cómic», señala Sagar, un ilustrador que conoce el mundo de la animación y el de las imprentas. «Creo que el público español, tanto de cómic como de crónica, ha madurado y también disfruta de este tipo de trabajos de no ficción en viñetas», sostiene Carrión, quien ya trabaja en un ensayo de 40 páginas sobre el Gótico del Museo Nacional de Arte de Cataluña.

En Argentina, las Abuelas de la Plaza de Mayo se apoyaron en autores de cómics para una campaña que recopiló en 'Historietas por la identidad' (2012) breves autobiografías de quienes buscaban a sus familiares 'desaparecidos' durante la dictadura de los militares. Sacco partió de una nota al pie de página un informe de las Naciones Unidas para completar en el terreno una investigación sobre una matanza de 275 civiles palestinos. El famoso autor Liniers aportó una nueva perspectiva a la entrevista una serie de encuentros en formato secuencial con sus lápices.

Las posibilidades abren un nuevo horizonte de interesados. «Para mí la sorpresa ha sido que gente del mundo del cómic nos ha dicho que está muy bien y lo ha metido en las listas de los cómics de 2016. En lo periodístico hubo un World Press Photo en su momento, pero en el mundo del cómic ha tenido una gran acogida», añade Abril. Desde la editorial Astiberri apoya la proyección su editor, Laureano Domínguez, quien revela que las diferentes ferias del cómic ya se han interesado desde Alemania y Francia para publicar 'La grieta' en otros idiomas. «En EPS estamos planteando hacer alguna historia de esta manera, concebida desde el primer momento así: reportajes clásicos de 10 o 12 páginas en lugar con las fotos habituales o los textos hacerlo de otra manera. ¿Habrá demanda en otros medios? Apostaría a que sí. Esto es exportable y reproducible», anima Spottorno. Ya no hay que esperar a Superman para que el periodismo se escriba a viñetas.

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