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Es la película de animación española del año. Después de conseguir numerosos galardones y de competir en los Premios del Cine Europeo, Psiconautas, los niños olvidados logró el Goya en su categoría y demostró que la originalidad y el riesgo artístico pueden ganar la partida a los grandes presupuestos.

Pero el camino hasta llegar aquí no ha sido fácil. Eso lo sabe Alberto Vázquez, su creador, que comenzó a perfilar lo que sería el germen de esta película en las páginas de una novela gráfica 11 años atrás, cuando aún no se había planteado introducirse en el mundo de la animación. Fue Pedro Rivero, que ya había dirigido el largometraje La crisis carnívora, quien le animó a trasladar el particular universo que había creado en cómic a imágenes en movimiento. De esa colaboración surgió Birdboy, un cortometraje que ganó el Goya en el 2012 y que supone una precuela a modo de presentación de personajes de Psiconautas, los niños olvidados.

Una metáfora

En esta última nos sumergimos en una distopía tras una catástrofe industrial. El mundo se ha convertido en un lugar hostil donde hay seres que rebuscan en la basura, jóvenes que están enganchados a sustancias tóxicas y en el que nadie parece ser feliz. Por eso el niño pájaro Birdboy y la ratita Dinki quieren escapar, huir hacia un futuro mejor. «Lo planteamos como una metáfora en torno a la adolescencia», nos cuenta Alberto Vázquez. «De esa necesidad por querer escapar al control de los adultos. La mayor parte de los personajes son niños porque los mayores están embrutecidos por el paso del tiempo. Por eso tiene un aire muy naíf, muy ingenuo y minimalista, pero al mismo tiempo muy oscuro».

A partir de esa base estructural, Psiconautas aborda temas como la contaminación y las drogas. «La historia hace referencia a la Galicia de los años 80, cuando comenzó a entrar la heroína por la costa dejando a varias generaciones truncadas por la adicción. Queríamos vincular cómo la decadencia del entorno afecta a las personas por dentro». Y para imbricar todos estos aspectos, Vázquez utiliza el simbolismo a través de unas criaturas antropomorfas que entroncan directamente con el elemento fabulador presente en los cuentos. «Los animales se encuentran integrados en casi todas las culturas, en su folclore. Son universales y pueden pertenecer a cualquier época y espacio».

Quizá lo más sorprendente de Psiconautas es la capacidad de Vázquez a la hora de crear un mundo propio que sorprende por su capacidad evocadora, poética y onírica, y por unos personajes lacónicos bañados por la melancolía. Vázquez se formó con el cómic underground y en sus dibujos se rastrea la influencia de artistas como Edward Gorey. Pero lo cierto es que ha logrado filtrar todo su background en una pieza que destila una enorme personalidad, presente en otro de sus trabajos, Decorado, cortometraje ganador del Goya con el que hizo doblete en esta edición.

Después de sus éxitos recientes, Vázquez, que no considera la animación como un género, sino como un lenguaje para contar historias, prepara su siguiente proyecto, Sangre de unicornio, una parodia del cine bélico que, según sus palabras, promete ser un cruce entre Apocalypse now y Bambi.

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