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"Supongo que no soy una persona normal", suelta Richard McGuire antes de deshacerse en una carcajada nerviosa. Justo antes, le habíamos recordado la frase incluida en el prefacio de su última obra, Dibujos secuenciales, que firma el escritor y crítico cultural Luc Sante: "McGuire posee un don especial para otorgar a los objetos inanimados de personalidad propia". "No sé, es solo mi manera de pensar", dice quitándose importancia. Pero no, no estamos ante alguien normal.

Con su anterior libro, Aquí, McGuire alcanzó el reconocimiento internacional a través de dinamitar la línea temporal habitual del cómic imponiéndose una restricción espacial: todo lo que sucedía en aquella obra tenía lugar en un mismo lugar, el salón de casa de sus padres en Nueva Jersey, solo que la acción avanzaba y retrocedía en el tiempo, desde la época de los dinosaurios hasta el futuro. Una tarea titánica que comenzó con seis páginas en la mítica revista Raw y que le llevó 25 años completar. En comparación, su nuevo trabajo podría parecer algo menor, pero comparte algo con aquel: también se basa en mirar a la realidad y no ver lo mismo que los demás.

Dibujos secuenciales es la recopilación de algunas de las viñetas auxiliares que lleva publicando para la revista The New Yorker desde hace más de 10 años. En ella, las imágenes pensadas para ser un mero acompañamiento del texto se convierten en historias, pequeñas y sutiles, protagonizadas por objetos cotidianos. Aquí hay botes de kétchup, mostaza y saleros que interactúan, un triángulo amoroso entre un juego de cubiertos o útiles de aseo que cotillean entre ellos. "Me resulta muy agradable poder ver todos estos dibujos de nuevo, juntos, y comprobar que tienen una vida autónoma", confiesa el autor desde Nueva York, donde lleva trabajando en distintos campos —de la escultura a la música, la animación o el diseño de juguetes— desde finales de los 70. "Me ayuda trabajar con ciertas restricciones", explica sobre la naturaleza mínima de esta serie de dibujos. "Me gusta el hecho de pensar en ellos como en haikus, como si tuviese un límite de sílabas que utilizar. Pensaba: 'Vale, solo tienes nueve movimientos, ¿qué puedes hacer para que funcione con esa estructura?'. A veces también hay una cierta musicalidad en la secuencia, como si pudieses escuchar una pequeña melodía".

De eso McGuire también sabe bastante: antes de ser conocido por su obra visual fue el bajista de Liquid Liquid, breve pero muy influyente banda de la escena no wave neoyorquina. Suya es precisamente la línea de bajo de Cavern, una de las más sampleadas de la historia, utilizada sobre todo para construir bases de rap. "La gente me sigue mandando canciones en las que se utiliza Cavern", cuenta. "Es extraño cómo algo que hice hace años y que no esperaba volver a ver ha tenido una existencia propia. Es como encontrarse a un hijo perdido", explica antes de otro ataque de risa. "Es curioso", reflexiona, "parece que toda mi vida recorre círculos: la música que hice se reeditó hace poco, los juguetes que diseñé hace años también, publiqué Aquí después de comenzarlo hace 25 años… todo es como un loop. Incluso con Dibujos secuenciales, que ahora tiene su propia vida". Animado por la gran acogida del que llama "mi libro más grande", está preparando otro ambicioso proyecto. "Espero que éste sí sea algo completamente nuevo", bromea. "Algunos editores querían que hiciera la segunda parte de Aquí, pero no me gusta repetirme. Aún es pronto para decir nada, pero será otro libro, aunque conectado con más formatos".

Al igual que en Aquí, cuya portada y contraportada componían una casa que invitaba al lector a fisgar a través de la ventana, Dibujos secuenciales también está concebido como un objeto. "Esto viene de estudiar escultura en la universidad", recuerda McGuire. "Me gusta la cualidad física de los libros. En este caso, lo visualicé inmediatamente en mi mente como un pequeño ladrillo blanco". No se trata de un capricho; de esta manera nos obliga a centrarnos en cada una de las imágenes: "Es importante que los dibujos se viesen así, solo uno cada vez, que tengas que avanzar lentamente", asegura.

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