Noticias

Artículos

Podcast

Post Page Advertisement [Top]


-La suya es la profesión que tantos niños y jóvenes hubieran deseado tener. ¿En qué momento está dibujando y dice: "Esto es lo mío"? Porque supongo que en su entorno le decían que era una apuesta fuerte.

-Claro, el modelo de enseñanza, incluso las familias, te alejan de todo este tipo de cosas, de todo lo que sea artístico. Yo lo tenía claro desde pequeño, me gustaba dibujar, con el tiempo lo del cómic fue cogiendo más fuerza. Pero hubo un tiempo que lo dejé, por eso, porque mis padres no veían con buenos ojos eso de que me pusiera a dibujar, y pensaron que tenía que buscar otra profesión. Durante bastantes años me dediqué a la publicidad, hasta que poco a poco ese sueño infantil fue tirando y lo pude recuperar. Con Arrugas ya trabajaba media jornada en cada cosa, y cuando funcionó y vi que me podía dedicar a ello, dejé rápido la publicidad. En realidad fue una actitud muy cobarde.

-Arrugas había ganado el Premio Nacional del Cómic y entonces le proponen llevarla al cine, ¿qué se siente?, ¿es duro ceder una historia propia?

-Te hace ilusión. Los autores, de lo que sea, tenemos un sentimiento de inferioridad con respeto al cine, lo mejor que te puede pasar es que adapten tu obra al cine, y luego... todos los autores se quejan de la adaptación (risas). Pasaron muchos proyectos que no llegaron a cuajar antes del definitivo, y cuando llegó no le presté mucha atención. La verdad es que Arrugas es algo distinto a cómo suelen ser las cosas. Era un presupuesto pequeñito, pero todo el mundo estaba muy dispuesto a hacer las cosas bien, a ser fieles al cómic. Desde las primeras reuniones me quedé muy tranquilo porque vi que iban a respetar mi trabajo. Pero al final tienes que entender que se trata de una mirada sobre su trabajo.

-¿Le gustó el lenguaje? ¿Se sintió cómodo con lo audiovisual?

-Sí, a mí la animación me encanta. La mayor diferencia es que cuando tú estás haciendo un cómic la libertad es total, el límite es tu propia creatividad, el resultado será de lo que seas capaz como dibujante, o como guionista, y el tiempo que le quieras dedicar. Con el cine es eso, más lo que tengas de presupuesto y lo que el productor te deje hacer, porque hay algo que no le gusta, porque no es demasiado comercial y él ha puesto ahí su dinero... hay muchas más limitaciones.

-¿Cómo es ganar un Goya?

-Curioso, la verdad es que ganamos precisamente uno que no esperábamos, justo el año que estaban Almodóvar, Bollain, Zambrano.... era complicado. Tanto que la sensación era la de estar robando algo que no me pertenecía. Digamos que ganar un Goya no estaba en mi lista de cosas que tenía que hacer, así que me hizo mucha ilusión, ganar un Goya te hace dar un salto. Luego intentas no pensar estas cosas, porque si no al final es un lastre. Se crea con más libertad no teniendo nada detrás. Te vuelves mucho más conservador, no quieres decepcionar... . Pero el éxito te lo ha dado ir por un camino diferente.

-Arrugas cambia su carrera, ¿y a usted?

-Claro que sí, se cumple tu sueño. La gente a la que tú admiras te respeta, te llaman de todos sitios, los medios se fijan en ti, y no sólo se vende lo que acabas de hacer, sino cosas de hace tiempo que hasta el momento se vendían muy poco. Mi vida ha cambiado después de Arrugas. Nunca imaginé tener tanto éxito como el que he llegado a tener, porque en el mundo del cómic salvo Ibáñez, nadie vendía mucho, ni tenía una repercusión mediática fuera del mundo de los cómics.

-Ha querido adaptar Memorias de un hombre en pijama. ¿Qué aprendió del mundo del cine?

-Con Ignacio (Ferreras) había aprendido que en una película lo más importante es la preproducción de la película. Si lo atas todo muy bien, tienes un buen guión, una buena animática... va a funcionar, pero sin eso no hay que dar el paso a la película. Yo intenté aplicar todo en el proyecto, pero no fue posible, y abandoné. Pero bueno, la película sigue y posiblemente se estrene en San Sebastián este año.

-Francia, Estados Unidos, Japón... tienen un estilo propio de cómic... ¿en España existe?

-Muchos de nuestros autores han vivido de otros mercados más potentes, como el francés o el de los superhéroes americanos. Pero esos cómics se hacen para ese público, y cuando ese material de españoles se publica en España a veces no conecta con el público español. Ahora empieza a haber un cómic pensado para el público español, como Antonio Altarriba, o Alfonso Zapico, con su cómic de la minería. Conectan con el público local y al mismo tiempo son muy vendibles fuera. El cómic tiene un anclaje muy fuerte en la sociedad en la que vives y da salida a unos temas que en otros mundos no interesan. En el cómic no hay censura. Para lo bueno y para lo malo sigue siendo underground, el editor no se va a jugar mucho dinero contigo.

Bottom Ad [Post Page]

| Designed by Colorlib