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El postapocalipsis, no nos engañemos, es una de las cosas más bellas que hay en el mundo. Adoramos fantasear con la desaparición de la mayor parte de la población y que solo quede un lugar inhóspito en el que la lucha por la supervivencia se libra con los vestigios que dejó la civilización extinguida.

En el cine fue un género muy célebre, especialmente tras el declive de los western, que tuvo su momento de explotación en los 70 y 80, pero que aún no ha remitido. Siguen saliendo películas de este género, más ahora con los peligros que nos acechan del cambio climático, y hasta series, como Last man on earth.

El género merece su estudio. En civilizaciones antiguas, como la judía o la babilonia, existía literatura postacapolíptica que fantaseaba con la extinción de la raza humana, como el Poema de Gilgamesh, sumerio, del 2000 antes de Cristo, donde ya se tenía en cuenta el diluvio.

En cómic, Akira, de Otomo, fue uno de los hitos del género. En los primeros números de Cimoc y KO Cómic pudimos leer en los 80 las aventuras de Hombre, de José Ortíz y Antonio Segura, recientemente reeditada en un tomo integral. Andrax, el personaje creado por Miguel Cussó y Jordi Benet. O El Eternauta, de Héctor Germán Oesterheld y el dibujante Francisco Solano López, cumbre del cómic argentino. Los superhéroes han pasado la mayoría por un escenario de estas características, tanto en DC como en Marvel.

Fantasía sobre una nueva era

En este contexto y tradición es en el que hay que situar Zojaqan, de Vault comics. En su primer número, aparecido el pasado mes de julio, disponible en Kindle en inglés por tres euros, nos encontramos ante una aventura mitad onírica, mitad pura fantasía. Tenemos a la protagonista, una mujer negra, Shannon Kind, que mientras sueña y se mueve por un lugar desconocido en el que no hay rastro de humanos, recuerda cómo era su vida antes del apocalipsis.

Los escenarios, siempre lo más bonito de este tipo de historias, recuerdan un poco a la ambientación que dio Juan Piquer Simón en el cine a su Viaje al centro de la tierra, con aquellos hongos gigantes del tamaño de árboles. Hay también criaturas extrañas, nada que ver con la fauna que conocemos, y que la protagonista aprovecha para matar, clavar en un pincho, socarrarlas un poco y comérselas en la cueva que le sirve de hogar. Cuando se enfrenta a una gigantesca, vemos que al menos en su dentadura metida en lo profundo de una mandíbula descomunal alguien se ha inspirado en Alien. 

Su hijo murió

Shannon está en una nueva era y a lo único que se puede dedicar es a sobrevivir. Mientras tanto, solo recuerda sus años en la sociedad, que le son bastante amargos. La pérdida de un hijo la dejó marcada para siempre. En estos recuerdos nos encontramos con elocuentes carteles de Black Lives Matter. Sabemos que fue una madre soltera, que crió ella sola a su hijo hasta que sufrió el gran trauma.

Jackson Lanzing y Collin Kelly, los guionistas, conocidos por Joyride, Hacktivist y Batman & Robin Eternal, han logrado crear una atmósfera surrealista en la que no se entiende nada de por qué sucede lo que sucede, pero que va a portando pistas a fuego lento a través de flashbacks. Con la depresión de la protagonista, se logra también fácilmente una empatía y mayor interés por llegar a alguna conclusión.

Un cómic diferente

Solo sabemos que sus padres eran inmigrantes ganeses, que de pequeña se entrenó para ser deportista y que quería ser cartera. Pero no hace falta saber más cuando Nathan C. Gooden, el dibujante, está creando mundos completamente nuevos en los que ella es la única habitante. En el dibujo está su mayor capacidad de seducción ya que ni la propia protagonista sabe por qué se encuentra allí.

La intención de Lanzing era crear una historia que no se pareciera absolutamente a ninguna. La idea, según ha explicado él en entrevistas, es que para Shannon los años pasan por cientos en lo que tarda en pestañear. Lo que vemos es el futuro muy lejano en este planeta, después de que los continentes fueran cubiertos por el agua y emergiera una nueva tierra, la que da título al tebeo. Una historia con la que él y su compañero Kelly ha intentado huir del realismo de su exitoso Hacktivist.

La idea de que ella es la primera pobladora de un nuevo mundo, como si se tratase de un nuevo Génesis, es el proyecto más ambicioso que han emprendido como equipo de guionistas en su carrera. Gustará a quienes disfruten perdidos en una historia, sin entender qué sucede hasta el final. El problema es que la primera entrega es en cierto sentido reiterativa, en texto y en algunos planteamientos del dibujante, y como presentación del argumento está un tanto hinchada deliberadamente. Esto es: pasan pocas cosas.

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