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En Tenerife los cómics se llaman colorines. O al menos, se llamaban así en los años 80, cuando el dibujante Ángel Hernández (1972) comenzó una afición marcada por la periodicidad. Una doble periodicidad: la que marcaba el ritmo de la publicación (quincenal, mensual) y la que luego tenía en la isla, siempre imprevisible. A veces llegaban al mismo tiempo que en la Península, otras un mes después, a veces nunca y en contadas ocasiones los tinferfeños acababan sostenían en sus manos un incunables que nunca se distribuyeron decentemente en el resto de España.

Sea como fuere, Ángel no sólo supo mantener ese amor por las viñetas y convertirlo en su profesión. Este mes estrena en España Green Lantern/Star Trek: La Guerra Espectral (ECC Cómics), donde el capitán Kirk y la tripulación del USS Enterprise se encuentran con Hal Jordan, el icónico superhéroe de DC. "Es una alegría y un gran orgullo que salga publicado en España", explica el dibujante. "Este ha sido un comic que ha funcionado muy bien en el mercado internacional incluso se ha hecho una segunda parte que espero que también pueda llegar aquí, en la que también trabajé con el mismo guionista, Mike Johnson. Cuando me lo propusieron me pareció extraño, pero bien mirado son dos franquicias con muchos puntos en común y por la respuesta de los lectores parece que funcionan muy bien juntas".

Hernández también ha colaborado en el especial Cómic Christmas de MARCA Estilo, donde ha plasmado su particular visión de la Navidad, donde un Santa Killer homenajea las películas de acción navideñas de los años 80. Precisamente, en esa década es donde comenzó su amor por el noveno arte. "Los primeros recuerdos que tengo de los cómics son las portadas en los kioscos, colgadas en fila con pinzas de tender la ropa sobre la puerta. Pasabas por delante y en aquel momento te quedabas allí de pie, hipnotizado frente a todas aquellas posibilidades, con la mochila del colegio a la espalda. Luego te ibas a casa pensando en cual te ibas a gastar la paga de la semana porque solo te llegaba para uno de aquellos comics y tenía que ser una decisión muy meditada. Y después te lo releías una y otra vez hasta la semana siguiente que comenzaba el ciclo de nuevo", rememora Hernández.La experiencia fue tan gratificante que no tardó en convertirse en vocación. A los siete años ya sabía que quería ser dibujante de cómics profesional. "A esa edad ya lo tenía decidido. Lo tenía muy claro desde muy pequeño. Pero conseguirlo lo conseguí un poco más tarde", dice con sorna. Hernández estudió Bellas Artes en la Universidad de La Laguna.

Tras un periplo por el diseño y la publicidad de varios años, en 2012 debutó en el cómic profesional con Tales of Discord, serie de la editorial británica Markosia, publicación que le abriría camino para colaborar con El Torres, junto a quien publicaría Las brujas de Westwood (Dibbuks). Fueron los pasos previos antes de dar el saldo a la industria norteamericana, una etapa que recuerda marcada por la "generosidad". "La mayoría de la gente con la que me encontré durante mis primeros pasos estaba dispuesta a aconsejarte o echarte una mano por muy grandes que fueran, si eres una persona receptiva, con capacidad para escuchar y tienes un poco de suerte aprendes mucho de la gente que lleva tiempo en esto".La falta de compañeros y amigos con los que compartir la afición en Tenerife se subsanó con el apoyo familiar. "Tuve la suerte de criarme en una familia bastante alternativa para la media de la época, en casa estaba bien visto eso de dibujar, pintar o cualquier tipo de manifestación artística", aclara el autor. "Tuve compañeros con mucho talento en muchas disciplinas que no tuvieron tanta suerte y fueron reconducidos a caminos más convencionales". Por suerte, Hernández considera que "Era otro momento. Eso ha cambiado mucho, hoy ya no te miran raro por decir que vas a dedicarte a ilustrar o dibujar".

Eso sí. Aunque no miren raro, el esfuerzo sigue siendo el mismo. Por eso el ilustrador de Arrow o Flash ha "disciplinado determinadas tareas " para poder optimizar el tiempo, porque "nunca es mucho". "Cuando recibo un guión y tras releerlo varias veces, lo fragmento en páginas pequeñas visualizándolo en plan rápido, más o menos distribuyendo la composición y el espacio que necesitare dejar libre para que los textos/diálogos respiren. Luego paso a hacer un boceto estructural de cada página en el que cambio cosas del proceso anterior, esta página ya es la base de lo que vendría siendo el lápiz que envío a la editorial, se hacen los ajustes que haya que hacer y cuando esta ok, paso a entintar y a acabar la página".

Pesa a las fechas de entrega, aún no ha tenido una mala experiencia al respecto y puede decir -tocando madera, no vaya a ser- que ha sacado lecturas positivas de cada uno de sus trabajos. "Con todos he disfrutado con todos en diferentes niveles, en unos casos por la libertad que tenía, en otros por la historia que estaba dibujando, en otro por los personajes... En todos los proyectos siempre lo he pasado bien en algún aspecto, es solo cuestión de buscar y desarrollar las cosas por ese camino."

Con respecto al futuro, poca cosa puede adelantar más allá de que "vuelve a trabajar en el Espacio Profundo" durante una buena temporada. Mientras, seguirá disfrutando del éxito del cine de superhéroes en el cine y la televisión - "Me parece fantástico, si con todo ese éxito se consigue que mas gente se acerque a los comics me parece perfecto. Todo lo que sea sumar es siempre bienvenido"- y mira con esperanza un cambio en la industria patria, que permita a los autores vivir de ella sin tener que buscar trabajo allende las fronteras."La industria del comic en Estados Unidos y el entertainment en general es una cosa muy seria. Mueve presupuestos enormes y es eso, una industria, capaz de atraer talento de todo el mundo. Cada pieza del proceso hace su parte y todo confluye en un producto final que está listo para llegar al mercado, y al final este último decide que es lo que se produce o no. En España la cosa es diferente, aquí hay talento y voluntad en cantidades increíbles pero también hay una industria y un mercado limitado, sin prácticamente ningún apoyo que tiene que competir con todo ese material que llega del exterior. Personalmente me encantaría ver las cosas que podrían hacer los editores españoles si tuvieran la posibilidad de tener más recursos, porque si en esta situación ya se hacen auténticas maravillas, con más medios sería algo espectacular", concluye el artista canario.

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