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Primero fue Superman quien se casó con su novia de toda la vida, Luisa Lane. Lo hicieron en «The Wedding Album», en 1996, en un intento de relanzamiento de los tebeos del Hombre de Hierro. Luego debieron olvidarse de su boda porque mantuvo algunos escarceos amorosos con Wonder Woman, la heroína que por entonces mantenía un tórrido romance con Batman, en uno de los «ménage à trois» más insólitos del cómic de todos los tiempos. Pero no llegó la sangre al río. La Mujer Maravilla, protofeminista histórica, dibujada a imagen y semejanza de la actriz Judy Garland en los años 40, era demasiado independiente para comprometerse con ningún superhéroe para toda la vida.

Sin embargo, la heterosexualidad de Batman, siempre cuestionada por su relación con el joven Robin, hizo que los guionistas, desde sus mismos inicios le buscaran diferentes novias: Vicki Vale, Talia al Ghul, Black Canary, la novia de Linterna Verde, incluso la venenosa Poison Ivy, lo que demuestra la promiscuidad soterrada del mundo de los superhéroes DC.

Relaciones promiscuas

Pero Batman siempre se mostró muy enamorado de Wonder Woman, con la que llegó a casarse el día de San Valentín de 2011. Asunto que debió olvidarse porque ese mismo año los guionistas de Superman lo emparejaron con la Mujer Maravilla, pero debieron darse cuenta de la perplejidad de los lectores, maravillados de que la independiente princesa Diana mantuviera al mismo tiempo una relación con el Hombre de Acero y a su vez se casara con el Caballero Oscuro.

Nada es imposible en el mundo del cómic, como esta boda entre Batman y Catwoman que tendrá lugar el 4 de julio en el número 50. Tiempos vendrán en los que Robin reclame su lugar en la vida de Batman, incluso cuente su vida sentimental y conyugal y denuncie a su viejo amigo por pasar de gay armariado a «cis» (aquel cuya identidad de género y género biológico coinciden).

Es curioso que Superman, un héroe solar dentro de la jerarquía de los tebeos clásicos, haya sido eclipsado por Batman justo en los años de consolidación de la posmodernidad y la conversión de esta oscura figura lunar en el prototipo del héroe crepuscular: sin superpoderes, vulnerable y problemático. Como corresponde a los nuevos tiempos de esa «joint venture» que es la Liga de la Justicia. Una forma singular de revitalizar a unos héroes individualistas, nacidos en tiempos de conflictos bélicos y auge económico de la América eufórica de los años 40 y 50, convertidos en un batallón de grandes figuras del pasado en un mundo tan cambiante y depresivo como el actual.

De ahí que Batman se case con una de sus más acerbas enemigas, Catwoman, sexy y enamoradiza pero con garras afiladas y artimañas de mujer antojadiza. En realidad, las relaciones del Caballero Oscuro y la Felina Fatal han pasado por numerosas vicisitudes: amor y enfrentamientos; indiferencia y devaneos; y al final, especialmente potenciado por las películas de Batman, un romance que ha ido a más en los tebeos. Como sus encuentros nocturnos siempre se daban en los tejados de Gotham City, como corresponde a un hombre murciélago y a una mujer gata, la pedida de matrimonio ha tenido lugar en lo alto de un terrado. Bajo una lluvia quizá ácida, recortados por la proyección de la bati-señal como una luna fluorescente en el cielo, Batman de rodilla le ofrece a Catwoman el anillo de compromiso mientras le susurra: «Marry Me».

Todo tiene un aire sadomaso, ambos de cuero negro y con un látigo de fondo. La viñeta puede verse en una de las tres historietas que se incluyen en «Nation #0», dibujadas por el español Jose Luis García-Lopez. Setenta y ocho años después de su nacimiento, Batman abandona su soltería, deja a Robín por la novia de Superman y se promete en matrimonio con Catwoman. ¿Será al fin feliz?

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